La Cuestión Religiosa.
Debido a las profundas discrepancias en relación a la aprobación de la constitución, Niceto Alcalá dimitió y el gobierno quedó en manos de Manuel Azaña, que estaba compuesto principalmente por los republicanos y los socialistas que impulsaron un programa de reformas.
Uno de los primeros objetivos de la República fue limitar la influencia de la Iglesia y secularizar la sociedad española mediante la aprobación de la Ley de Congregaciones, provocando unas series de revueltas, teniendo como consecuencia el rechazó de la Iglesia a la República.
Las medidas más drásticas llevada a cabo por la República fue la disolución de los Jesuitas y la expulsión del Cardenal Segura, además de continuos incendios a los conventos y edificios religiosos.
(Milicianos profanando las tumbas y la Iglesia del Carmen, en el centro de Madrid)