Amadeo I contó con la oposición de algunos partidos políticos, que consideraban ilegítima a la nueva dinastía y empezaron a organizar la Restauración Borbónica en la persona del príncipe Alfonso XII. Esta opción contó con los apoyos de la Iglesia.
La nueva dinastía contó con escasos apoyos. El rey y su esposa Victoria contaron desde el principio con la clara oposición de la aristocracia, el clero y las camarillas cortesanas de la época de Isabel II.
Tras la expulsión de Isabel II de España, el nuevo "Gobierno Provisional", tenía como principal tarea institucional encontrar un monarca que sustituyese a los desacreditados Borbones. Debido a las especiales circunstancias en las que tuvo que reinar el nuevo monarca convirtieron la experiencia en un fracaso.
