El Humilde

19.01.2021

El monarca era quien elegía a sus ministros y quien supervisaba sus principales acciones de gobierno, y si bien intentaba mantenerlos durante largo tiempo es sus responsabilidades, no dudaba tampoco en cambiarlos cuando lo creía necesario.
Les encomendaba tareas concretas de gobierno que requerían fidelidad y eficacia. Todos sus ministros estaban técnicamente dotados para las misiones a las que debían enfrentarse desde su puesto.
Carlos III era difícil de engañar y los asuntos importantes los decidía en soledad.
A pesar de residir en la Corte, era un mal cortesano.
Practicaba la caza, no tanto por motivos placenteros, sino como una especie de terapia para despejarse de los problemas de la Corte.
No le divertían los grandes espectáculos, ni la ópera ni la música. Su vida era metódica y rutinaria.
No era muy beato, pero sí un creyente fervoroso, de misa diaria. 

(Carlos III) 

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